Ella era de esas, de las de hoy contigo, mañana sin ti.
De las que bailaban hasta el día siguiente, y volvían
a casa descalzas.
De las que los besos con lengua le sabían a poco,
a poco o nada si no eran con un abrazo
de los que hacen temblar y ponen el mundo patas arriba.
Ella, tan parecida y diferente al resto.
Tan de aquí y ahora cómo si le faltara tiempo,
tiempo que invierte en ponerse guapa,
un carmín y unos tacones.
Total, si mañana me va a odiar.
Ella.
"Tienes todas las papeletas para que el vuelo de mi falda,
te pille confesado."
Nunca cuentes un secreto, ni si quiera a los cuatro vientos,
traicioneros.
Disfrutaba caminando entre su propia soledad,
no temía ni a sus propios miedos, pasos,
creció con incertidumbres, llantos, penas y glorias.
Y un día, sin quererlo, ni beberlo, unas copas de whisky,
un cabello moreno, una voz grave, acercándose, sonriendo,
música, poesía, balanceos sin hora de cierre.
Un susurro a tiempo, una "balada de despertador", la hicieron cambiar,
ya no veía la vida pasar, sus pasos caminar,
era el, su forma tan peculiar de ver la vida, de vivirla al límite,
sin prisas, sin pausas, sin pasado o sin futuro,
solo presente.
Ella aprendió, aprendió que de nada sirve una sonrisa a medias,
unos pasos sin destino,
un drama sin llanto,
una poesía sin musa.
Una vida con límites.
Hoy paseo de la mano con mis demonios,
Y no es tan malo, si no fuera porque no estás.
Desgarrar la vida es mi afición favorita.
¿Y cómo lo haces? —Me preguntó.
Es muy fácil, grita, salta, corre, vuela, ríe, llora, besa,
cae y levántate si quieres, o si lo prefieres,
quédate tumbada, leyendo, cantando, amando u odiando.
¿Sabes? Las pautas convencionales terminan aburriendo,
así que siente, sobretodo, siente,
y déjate llevar por el viento huracanado, por la sinfonía número siete de Beethoven, o simplemente por aquello que te motive a sonreír cada mañana.
No es tan fácil. —Respondió.
Y la miré, y a sabiendas de que jamás lo entendería, la besé.
